Los 19 se llevaron muchisimas cosas.
Se llevaron muchas risas, muchos llantos, muchas cosas lindas, muchos rencores, muchas incredulidades, muchas personas que creí fundamentales para ser feliz, muchas desiluciones, muchas sorpresas, mucha ira, mucha desesperación y angustia, muchas formas de pensar o ver las cosas.
Los 20 llegaron plagados de aprendizaje... de tranquilidad, de autoconocimiento.
De egoísmo sumamente necesario, de risas, de llantos también. Sin rencores, sin culpas por no invitar a alguien, invitando a quien quise, sin tener que caretear nada solo por el hecho de ser "familia". Tratando de mantener la calma, pero aún con la ira que me caracteriza. Aprendiendo a bajar los deciveles, y después hablar.
Aprendiendo a pensar, a ser menos hiriente. A mirar la mitad vacía del vaso pero también la mitad llena. Rodeada de gente que me llena el alma, viendo ciertas personas en un mismo lugar, por primera vez en la vida. Tardó, pero llegó eso que tanto quise. Todos mis hermanos juntos.
Y como final del vigésimo aniversario de mi nacimiento, una frase, que resumió absolutamente todo. De alguien que a veces siento que casi ni me conoce, y en ese momento, hubiera jurado que estaba en mi cabeza.
"Sé feliz, cueste lo que cueste!!"
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