miércoles, 3 de marzo de 2010

Soñar y nada más.

Si compararamos infancias, obviamente todas serían distintas. Pero yo creo que la mía, fue la más diferente de todas. Ni mejor, ni peor, simplemente DISTINTA. No por hacerme la interesante, realmente estoy muy lejos de sentirme orgullosa de esta historia.
Digamos que viví nueve años con dos hermanas, ocho años con cinco, y llevo casi dos años de vuelta con dos, o tres, si le ponemos onda.
Recuerdo, con mas nostalgia de la que puedo expresar, cada día de esos nueve años en los que solo quise una cosa, CONOCER A MIS HERMANOS. La historia es complicada de principio a fin.
Ninguno de ellos tres supo que yo existía hasta mis siete. Sé que no se enteraron de la mejor forma del mundo, pero tampoco es mi culpa. Ya sabían que existía, y no me cabe ni una MÍNIMA duda de que todos hubiesen preferido no saberlo.
Me crié con mi familia materna, con los que hoy son mis únicos tíos, hermanas y primos.
Esa es mi única familia supongo, la única a la que realmente siento que pertenezco.
Después de dos años de odio, se dignaron a mostrar la cara.
Y casi en un abrir y cerrar de ojos, vivían conmigo, me habían invadido mi cuarto. Sensaciones fáciles de imaginar, sueño hecho realidad. La más celosa OBVIO, la mas goma y dependiente de mis hermanitos. Hermanitos en diminutivo, que obviamente eran más grandes. Nunca pude entenderlos, siempre tuve ese gran problema de sentirme más madura que ellos, de sentirme tan fuera de esa familia.
Fueron mi todo. Fueron esas dos personas por las que hubiese dado todo y más. Esas dos personas que de alguna manera me hacían sentir parte.
El amor me quedaba chico ya, y que mejor idea adolescente (¡y estúpida!) que hacerme un tatuaje con el nombre de uno de ellos. Ya sabemos el remate, hoy todavía pago con bronca y muchas(cada tanto)lágrimas ese terrible error.
Volvieron a decepcionarme, volvieron a ser esos nenes inmaduros que yo ilusamente creí que ya no eran. Volvieron a cegarse en su odio y su bronca, volvieron a lastimarme, pero esta vez sabiendo. Sabiendo cuanto los amaba y cuanto significaban para mi.
Realmente creo que nunca les importé en serio. Creo que siempre hicieron lo que más les convenía. No sé si está bien o mal, sólo sé que esa es la ley de esa familia.
Tengo ese apellido, si. Pero ni medio pensamiento igual, por suerte.
Todo fue doloroso para mi desde ese día. Aun después de casi dos años, sigo llorando y retorciendome de la bronca cada vez que hablo del tema con alguien.
Sé que no hay vuelta atrás.Y hoy, aunque me duela en el alma y se me parta el corazón, me juro a mi misma, no permitirme otra desilusión así. Me juro cerrar puertas en las caras que haga falta, ignorar, cortar teléfonos, me juro lo que me tenga que jurar con tal de no volver a pasar lo mismo. No hay chances de volver a confiar, cuando las cosas se lastiman tanto. No hay ganas tampoco.
Hoy, con 19, me lamento de esos 9 años soñando con conocerlos y compartir mi vida con ellos. Me lamento y me doy asco de mi misma por haber sido tan ingenua, tan chiquita.
Puedo decir que me lamento de haber pasado semejante historia y tantos buenos momentos.
Puedo decir, que realmente me arrepiento con todas las fuerzas de mi corazón de haberlos conocido. Si no lo hubiera hecho, hoy seguiría soñando y no metida en la desilusión más grande (hasta el momento) de mi vida.
Si, definitivamente, me arrepiento TANTO.

Moraleja uno: No desear mucho las cosas, para evitar grandes desilusiones.
Moraleja dos: jamas tatuarse un nombre, ni siquiera de un familiar cercano!

(y este blog, sigue haciendo que siempre me sienta mejor cuando pongo el ultimo puntito).

No hay comentarios:

Publicar un comentario